Una convivencia espontánea a Porto
En la terraza, charlando una noche de tertulia durante la época de exámenes, aparece la idea de hacer un viaje al terminar el «cuatri». Salen nombres de ciudades, en Europa, África… Pero un nombre va ganando popularidad: Porto ¿Por qué no vamos a visitar a D. Jorge? Además, él siempre presenta oportunidades para experiencias de gran calidad.
Dicho y hecho. Como quien va a su casa en cualquier parte del mundo: los colegiales de Guadaira organizan una expedición de 4 días al país vecino. En la ciudad de Porto nos acogen en el Vega Clube, una residencia universitaria, hermanada con nuestro Colegio Mayor, y donde nos podemos quedar a dormir esos días. El viaje en furgoneta no es breve, pero se pasa volando. Algunos porque no paran de dormir (recuperando quizás algunas horas que el estudio había robado al sueño en las semanas de exámenes), otros pelean por el bluetooth de la «Furgo», para poner música.
El plan en la ciudad es muy tranquilo. El slogan está inscrito en el grupo de whatsapp «#DeChill». Paseo por las preciosas calles de la ciudad, Misa en una iglesia histórica y una inesperada comitiva de danza en la calle: el «kolo» es el tradicional baile popular de Oporto y nos encontramos con un grupo de gente espectacular en pleno día y con trajes típicos bailando… lógicamente no nos faltó un minuto para sumarnos a la improvisada celebración: algunos con más gracia que otros.
«Do fueres haz lo que vieres». Y en Porto hay que degustar el Porto. Tuvimos la oportunidad, y no la dejamos pasar, de visitar las bodegas de Taylor’s, uno de los productores más preciados de la ciudad. La visita y el descubrimiento del proceso de producción fue algo de mucho nivel: a todos nos aporta, ingenieros, empresarios, abogados, médicos, artistas. El vino de Porto es una escuela de profesionalidad, excelencia y amor al arte.
Finalmente volvemos a casa, a Guadaira, y al llegar te das cuenta que, en este ambiente, estás en casa en todas partes.